Tuesday, April 08, 2008

APUNTES PARA LA REFLEXIÓN TEOLÓGICA


EL SER DE DIOS

La Existencia de Dios
Cuando la iglesia cristiana comenzó su expansión dentro de un mundo culturalmente dominado por los griegos (cultura helénica) la cuestión personal paso de ser una cuestión de religiosidad tribal (¿Cuál Dios es mas fuerte?) a una cuestión de orden intelectual enfocada hacia la existencia de Dios.
Los filósofos griegos de aquel entonces habían tomado un tipo de monoteísmo un tanto diferente del monoteísmo cristiano; ellos sostenían la existencia de un Dios creador mas allá de toda la gama de dioses que el pueblo adoraba.
Sin embargo la proclamación del evangelio levanto preguntas acerca de la relación entre el Dios de los cristianos y la Causa Primera del Mundo que los pensadores griegos reconocían. En respuesta a esto, muchos pensadores cristianos adoptaron el evangelio con el pensamiento de los filósofos. En otras palabras ellos desarrollaron una forma filosófica de aproximarse a la teología.
La aproximación griega se concentraba en la argumentación intelectual; es decir, el debate acerca de la posibilidad de encontrar pruebas intelectuales para creencias teológicas. Los pensadores cristianos adoptaron también este estilo y el nuevo “focus” fue la demostración intelectual de la existencia de Dios.
Las primeras argumentaciones cristianas no fueron simples discursos en defensa de la fe sino confirmaciones intelectuales de apoyo para la fe que buscaba el sustento intelectual. Fue Anselmo de Canterbury quien hizo eco de las palabras de Agustín: “Yo no busco comprender lo que yo creo, sino que yo creo para comprender”. Desdichadamente esta intención desencadeno el efecto opuesto, incluyendo el escepticismo y ateismo. “La fe buscando comprensión” se torno en “la comprensión intelectual como requisito previo a la fe”
Así, comenzando con la Edad Media y yendo hacia la Era del Iluminismo, los pensadores cristianos desarrollaron tres tipos de pruebas teístas.

El Argumento Ontologico
Este primer grupo busca probar la existencia de Dios A PRIORI (independientemente de o antes de nuestra experiencia).
Esta prueba es llamada también ONTOLOGICA debido a que pretende demostrar la existencia de Dios por el simple hecho de tener una idea de Él.
Dos formulaciones clásicas fueron hechas por Anselmo de Canterbury (1033-1109 DC) y por el filosofo francés Rene Descartes (1596-1650), los cuales clamaban que Dios no podía ser una simple idea en nuestras mentes sino que debía de tener una existencia en la realidad.
Anselmo definió a Dios como “eso que es lo más grande que puede ser concebido en nuestras mentes”.[1] Él sostenía que “O Dios existe solo en nuestras mentes o existe en nuestras mentes y en la realidad”. Por lo tanto la deducción lógica era que si Dios existía solo en nuestras mentes no podía ser lo más grande concebido; entonces Dios si debe existir en la realidad también.
Por su parte, Descartes, en su Quinta Meditación[2] sostenía una definición similar. Él definía a Dios como “el Ser supremamente perfecto”. Pero si Dios no existía en la realidad entonces este ser carecía de la cualidad de la existencia, lo cual lo hacia imperfecto. Por lo tanto, si Dios solo existe en la mente pero no en la realidad entonces no es el Supremo ser perfecto.

Hubo por supuesto rechazos a este tipo de argumentación. Tomas de Aquino (1225-1274) rechazo la tesis de Anselmo sosteniendo que ningún conocimiento puede adquirirse aparte de la experiencia de los sentidos. Él decía que: “No hay nada en la mente que no haya estado primero en los sentidos”.
Por su parte, el luterano Emmanuel Kant (1724-1804), respondió a la formulación de Descartes diciendo que el enunciado de Descartes esta falsamente presuponiendo que la existencia es un atributo (o un “predicado”). Kant sostenía que este tipo de argumentación sobreestimaba la importancia del lenguaje. Palabras como “es” y “existe” funcionan gramaticalmente como predicados (por lo tanto la afirmación “Dios es” es gramaticalmente valida) pero no funciona lógicamente en el mismo sentido.

El Argumento Cosmológico y Teleológico
Este segundo tipo de evidencias se dedico a demostrar la existencia de Dios A POSTERIORI; es decir, buscando la evidencia provista por los sentidos.
El sentido de las pruebas a posteriori sostiene que Dios reposa detrás del mundo. Algunos argumentos sostienen que Dios es la ultima causa del mundo (cosmológicos) mientras que otros sostienen que Dios debe existir como la causa de algún aspecto del mundo que nos muestra diseño u orden (teleológicos).
Tomas de Aquino desarrollo una serie de argumentos a posteriori conocidos como “Las Cinco Vías del Conocimiento”. Estas van desde la revisión de características empíricas del mundo natural hacia Dios como la causa de cada aspecto de la Creación.
La creación es “movida” (esta en movimiento), por lo tanto Dios es el primer movimiento. La creación es un efecto, por lo tanto Dios es la primera causa. La creación no es necesaria en si misma, por lo tanto Dios es su propia necesidad y la necesidad de todo el mundo. En la creación hay diversos tipos de cosas, algunos con mayor valor que otras, por lo tanto Dios es el valor mas alto o el ser perfecto. Finalmente, la creación tiene una meta, por lo tanto Dios es quien dirige la creación hacia su meta.
Otro interesante argumento, esta vez teleológico, fue expresado por el científico William Paley (1743-1805), quien uso la ampliamente conocida analogía del reloj y el relojero. “Un preciso y complejo reloj demanda la existencia de un relojero”, por lo tanto la deducción nos lleva a la conclusión de un Supremo Arquitecto el cual es Dios.

La respuesta no se hizo esperar pues David Hume (1711-1776) rechazo este tipo de argumentación y sostuvo que no existe una relación lógica entre la experiencia humana captada a través de los sentidos y las conclusiones a las cuales se arriva. Es decir, la conclusión de que es Dios quien esta detrás de todo es en realidad una presuposición

El Argumento Moral
Un tercer tipo de argumento se sostiene en la idea de que el ser humano es un ser moral. Fue Kant quien ofreció la formulación clásica. Kant noto que todo ser humano vive con un sentido de DEBER; esto no quiere decir que todos los seres humanos comparten un mismo código moral, sino que detrás de varios códigos humanos de moralidad descansa un sentimiento común de un ser moral (amor a los padres, a los hijos, cuidado con los niños, etc.). Por lo tanto Kant concluyo diciendo que si esta experiencia de obligación moral tiene algún significado para el mundo entonces Dios debe existir así como el hecho de que la buena conducta debe ser recompensada y la mala debe ser castigada. Este argumento moral requiere la existencia de un poder supremo que se encargue de la recompensa y el castigo

Como los argumentos anteriores, el argumento moral tuvo sus críticos. Fue Bertrand Russell (1882-1970) quien sostuvo que toda percepción moral apela a un juicio de valor (un juicio de valor significa darle valor a algo por ejemplo la distancia para un pasajero siempre es mas corta que para un chofer). Todo juicio de valor depende del que habla, por lo tanto la moral es individual, subjetiva y relativa.

Todo lo dicho anteriormente nos lleva a la ingrata conclusión de que no es posible demostrar a Dios filosóficamente tal como quisieron hacerlo los antiguos pensadores cristianos. La filosofía no es una buena base para la teología pues cuando la primera cae, la segunda lo hará inmediatamente después. Vayamos a la cuarta opción.

La Convicción Cristiana
Toda teología depende de la autorevelacion de Dios. En otras palabras, no hay nada que podamos descubrir de Dios que El no nos haya revelado primero. Por lo tanto la teología cristiana comienza con dos presuposiciones básicas:
- Dios existe, y
- Dios se ha revelado al ser humano y esa revelación ha sido plasmada por escrito en la Biblia.

Tomaremos como punto de partida para nuestra discusión acerca de Dios el texto de Éxodo 3:14 (LEER). En esta autorevelacion Dios da a conocer su nombre en relación con el verbo hebreo hayah (ser, existir o acontecer. Ver nota explicativa en Reina Valera 1995, p.97). En otras palabras Dios es aquel que siempre es pero siempre como Él quiere ser; Dios no se limita a formas de aparición fija o a parámetros humanos. Es interesante la comparación que podemos establecer acerca de Dios en ambos testamentos:
A.T N.T.

No se limita a ninguna forma Se limita a la forma de Cristo
Es primordialmente Santo (Is./Ez.) Él es amor (1 Juan 4:8, 16)
Él es el otro (Vuestro Dios, El Señor) Él es nuestro
El no es hombre (Num.23:19) Él es hombre (Jesús)
Él es Señor Él es Padre (Abba)



Además de todo esto, la revelación de Dios no solamente es una revelación acerca de su persona sino también acerca de su propósito (Éxodo 3:7,8). Esta revelación es también la clave de toda la Escritura: la Biblia es la historia de la salvación, es la historia de lo que Dios ha hecho por el hombre.

Es interesante apreciar que a pesar de las diferencias entre A.T. y N.T., Dios es un Dios de la historia. El pensamiento griego helénico conceptúa a Dios como un ser que reposa en sí mismo, en su ser y es el que habita sin tiempo mas allá de la historia o por encima de ella. Para nosotros, Dios es un Dios que acompaña a su pueblo y se hace parte de la historia en Jesús.
Por esta razón el énfasis de los hebreos no esta en la omnipotencia o la omnisciencia de Dios) cual es mas un énfasis filosófico griego sino en lo personal, en las cualidades morales como paciencia, justicia, amor, perdón, etc. Todo el énfasis o todas las descripciones antropomórficas (Núm. 11:23 = mano; 2 Cro. 16:9 = ojo, etc.) tienen la finalidad de subrayar el aspecto personal de Dios. Él es un redentor personal que entra en relación con el hombre (Génesis 3 Þ busca a Adán; Génesis 18 Þ llama a Abraham amigo; Éxodo 33 Þ habla cara a cara con Moisés, etc.)
Dios es INMANENTE, es decir, esta aquí con nosotros; pero es también TRASCENDENTE, es decir, él vive en la eternidad y a la vez en el corazón de los humildes (Is. 57:17).
Ahora bien, el cristiano acepta por fe la verdad de la existencia de Dios; sin embargo, esta fe no es una fe ciega sino que es una fe que se basa en la evidencia, la cual esta fundada en la Biblia. La fe viene primero y después la evidencia (Juan 6:65, 66). La evidencia nunca precede a la fe sino que siempre es a la inversa. El ser humano debe de creer primero antes que se confirme su fe, sino esa no es una fe bíblica (Juan 20:29). Un ejemplo de fe bíblica en el A.T. es 1 Sam. 17:32-37 (David y Goliat). De las experiencias del pasado David toma más fe. Su fe es primero y la victoria sobre Goliat viene después.
Es inútil probar la existencia de Dios para aquellos que se rehúsan a creer y es innecesario para aquellos que ya creen.

Si buscamos dar una respuesta al porque y entender a Dios sin una revelación previa, nuestro esfuerzo será FILOSOFIA; si tratamos de comprender a Dios por medio de nuestros sentimientos nuestro esfuerzo resultara en MISTICISMO y si tratamos de agradar a Dios solo viviendo una vida “agradable y respetable” nuestro esfuerzo resultara en un MORALISMO. La Biblia nos enseña que cualquier producto de la mente humana que imagine a Dios, aparte de la Biblia, resulta inútil y termina en idolatría (Is. 44:6; 46:5-9).

La existencia de Dios es la gran presuposición cristiana[3]. Sin embargo nuestra presuposición no es vaga, no nos referimos a “algo” que podrá llamarse Dios, sino a un SER que existe en sí mismo, es conciente de sí mismo, es una persona, es causa de todo lo que existe, trasciende la creación entera y al mismo tiempo es inmanente a ella.
Nuestro Dios se revela mediante sus actos (su acción en la historia) y mediante sus palabras (la Biblia explica su acción). De todo esto podemos concluir principios pero nunca podremos interpretar infaliblemente como actuara Dios otra vez de manera específica.

El Conocimiento de Dios
Junto con nuestra afirmación de que “Dios existe” va nuestro testimonio acerca de conocer a Dios. Como cristianos, nosotros declaramos que el Dios quien ilumina toda la creación y nuestra humana experiencia es el Dios quien se ha hecho a sí mismo conocido a nosotros a través de Jesús de Nazaret. En Jesús nosotros podemos conocerle y finalmente dar una respuesta al asunto del conocimiento de Dios En otras palabras, nosotros afirmamos que aunque Dios es incomprensible (no puede ser limitado por la mente humana), Él es conocible.
Job 11:7; Isaías 40:18 expresan que Dios es incomprensible o que es imposible tener un conocimiento completo de Dios y por eso definirle lógicamente. Sin embargo, 1 Juan 5:20 nos dice que Dios puede ser conocido y Juan 17:3 nos dice que el conocimiento de Dios es requisito para salvación.
Existen también otras opiniones:
El Catecismo de la Iglesia Católica (Primera parte, Primera Seccion, Cap.II, Art. 50) sostiene que Dios puede ser conocido por la razón humana y la contemplación de las obras de la creación.
Karl Barth (Bosquejos de Dogmática, Cap. III, 1954) sostiene que Dios no se encuentra en la historia, ni en la naturaleza, ni en la experiencia humana, sino que es conocido solamente por la revelación especial que tenemos en la Biblia.
Los evangélicos afirmamos que aunque es cierto que el hombre puede encontrar algunos indicios de la naturaleza de Dios en la “revelación general” (su poder y su sabiduría Rom.1: 18 ss.), un verdadero conocimiento de Dios es solamente posible a través de una revelación especial.

Nosotros afirmamos que la auto revelación de Dios es indispensable para todo conocimiento de Dios. ¿Cómo conocemos? En general las cosas son conocidas a través de nuestros sentidos. Sin embargo, la realidad personal no es conocida a través de los sentidos sino directamente de cada persona. El único medio de conocimiento acerca de otras personas es la revelación, que en caso de los seres humanos puede ser voluntaria o involuntaria. Nosotros podemos, hasta cierto punto, informarnos acerca de una persona por sus actos, gestos, etc. Pero la manera más segura de conocer a alguien es la revelación directa y voluntaria, cuando la persona exterioriza sus pensamientos, afectos y desagrados mediante palabras. Todas estas consideraciones son importantes para la teología cristiana porque nuestro Dios es una Persona.

En las ciencias, el hombre se coloca por encima del objeto estudiado y lo investiga activamente utilizando métodos apropiados y formula conclusiones de acuerdo con su observación. En la teología, que no es otra cosa que la sistematización de nuestro conocimiento de Dios, dependemos enteramente de la información que Dios mismo nos provee. El hombre conoce a Dios cuando Dios se complace en revelarse. Aun después de la revelación objetiva, no es el raciocinio humano lo que descubre a Dios sino Dios mismo, quien por el Espíritu se descubre al ojo de la fe (Hebreos 11:6).

Si queremos sintetizar todo lo dicho anteriormente podemos decir que hay tres significados a la expresión “conocer a Dios”: un conocimiento a través de la razón, el cual siempre es insuficiente y además nunca es seguro; un conocimiento a través de la experiencia, el cual siempre es subjetivo y discutible; y un conocimiento a través de la auto revelación de Dios el cual es el más exacto de todos porque es provisto por la misma fuente, que es Dios mismo.

[1] Anselmo, Proslogium, en San Anselmo: Escritos Básicos. La salle, III.: Open Court, 1962, p.7.
[2] Descartes, Rene. Discurso del Metodo y las Meditaciones, trad. Lawrence Lafleur, Library of Liberal Arts edition, Indianápolis, Bobbs- Merril, 1960.
[3] Todas las teorías son presupuestos: evolución, concepto materialista del mundo, etc.

Wednesday, April 02, 2008

HISTORIA DE LA TEOLOGÍA OCCIDENTAL


Es importante tener en cuenta algunos aspectos del desarrollo de la teología aun cuando este curso introductorio no es en sí mismo un curso de historia. La razón principal es considerar el impacto que la tradición ha tenido en la herencia de muchas iglesias y denominaciones evangélicas.

En un sentido puede decirse que la historia de la teología es la historia de los énfasis que los teólogos han dado a diversos aspectos de la verdad cristiana a lo largo de los siglos. Por otro lado también podemos afirmar que la historia de la teología es la historia de cómo ciertos movimientos culturales han influido en la fe cristiana. Recordemos brevemente cual fue el contexto en el que nació el evangelio. La Biblia nos sitúa en el tiempo de Augusto César y de Poncio Pilato. En el libro de los Hechos hay mucha información sobre Roma. La Iglesia Cristiana surgió durante la época del Imperio Romano, el cual fue caracterizado culturalmente por lo que denominamos el mundo helénico, termino que alude a la cultura grecolatina o también conocida como cultura clásica. Hubo muchas corrientes filosóficas en aquel tiempo tales como el Platonismo, el Estoicismo, el Epicureismo y muchos cultos de influencia mística. El apóstol Pablo trato de adaptar el evangelio a estos grupos como lo muestran los libros de Hechos y las cartas a los Corintios y a los Colosenses (Hechos 17:16-32; Colosenses 1:15-20; 2 Corintios 4:18-5:2), pero siempre mantuvo el elemento critico del evangelio en relación con la “sabiduría humana” (1 Corintios 1:18-23).

Sin embargo, después de la Edad Apostólica los cristianos se vieron obligados a defender el evangelio ante el ataque de los filosos paganos. Algunos teólogos como Tertuliano, rechazaron la idea de un acercamiento a la cultura clásica de Grecia y Roma; otros como Justino Mártir, Clemente de Alejandría y Orígenes siguieron el ejemplo de San Pablo de ingresar con el evangelio al contexto de la época. Desafortunadamente, en su intento de responder a las críticas, introdujeron a la teología cristiana los conceptos filosóficos y las categorías culturales de su tiempo. Esta tendencia continuó por mucho tiempo hasta llegar a San Agustín y al fin del Imperio Romano de Occidente.

La filosofía que más influencio en la teología en esta época fue la de Platón: Esta penetración filosófica tuvo varias consecuencias. Primera, la teología comenzó a ser interpretada por medio de un sistema metafísico, lo cual es ajeno al pensamiento bíblico pues la Escritura no expresa ningún tipo de sistema filosófico como base. Segunda, la influencia de un sistema idealista. El Platonismo considera que la realidad fundamental no se encuentra en las cosas que vemos en la tierra sino en las “ideas” que se encuentran solamente en el cielo. Los seres humaos, aquí en el mundo solamente podemos apreciar las sombras imperfectas de estas ideas. Como resultado de esta distinción entre la dimensión física y la espiritual se estableció un dualismo implícito entre el cuerpo y el alma del ser humano. Los escritores bíblicos lucharon contra el gnosticismo del primer siglo que promovía una distinción semejante a la del platonismo. En el siglo III el filosofo Plotino reintrodujo el sistema de Platón y este tuvo un gran impacto en algunos de los teólogos más importantes de este periodo como Orígenes y Agustín. Este dialogo con la filosofía ayudo a los teólogos a comunicarse con el mundo grecolatino. Sin embargo, las ideas paganas, tanto como las estructuras de los sistemas filosóficos ejercieron tanta influencia sobre la teología que esta se torno más filosófica que bíblica.

El desarrollo más significativo de la Iglesia Antigua fue, tal vez, la definición básica de las doctrinas claves: la divinidad de Cristo y la Trinidad (Nicea 325 a.C.; Constantinopla 381 d.C.; Efeso 431 d.C.; y Calcedonia 451 d.C.). En esta época, el Cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio Romano, principalmente por razones políticas. A pesar de ello, los concilios mencionados nos han legado la base de la teología cristiana y un resumen de la enseñanza bíblica sobre Dios el Padre, Cristo el Hijo y el Espíritu Santo.

Durante los siglos subsiguientes a la caída del Imperio Romano, la iglesia cristiana entro en decadencia. Los Musulmanes conquistaron mucho territorio del lado oriental del imperio, el cual había sido cristiano hasta entonces. Por otro lado, el cristianismo de occidente también comenzó a declinar. En el siglo XI se produce un renacimiento de la teología con Anselmo de Canterbury. La obra de Anselmo revela la influencia de los grandes teólogos hacia el final del Imperio Romano. Utilizando la filosofía platónica, Anselmo formulo su famosa “prueba de la existencia de Dios”. La “prueba ontológica” como fue conocida la argumentación de Anselmo impacto a los filósofos y teólogos hasta la época de Descartes (siglo XVII). La preocupación por estos temas nos permiten apreciar la importancia que la teología de aquel entonces le dio a la filosofía occidental. La Biblia no expresa ninguna prueba formal acerca de la existencia de Dios, dado que la existencia es un presupuesto que no necesita demostrarse. El interés teológico en estos asuntos muestra la dependencia de estos hacia la filosofía.

En el siglo XIII, Tomas de Aquino, uno de los teólogos más importantes de toda la historia cristiana escribió su gran obra “Summa Teológica”. Esta obra es un compendio de todas las doctrinas básicas de la fe cristiana. La obra de Aquino tiene muestras de la influencia platónica de su autor, pero principalmente expresa mucha influencia de Aristóteles, el cual había sido redescubierto en Europa durante el siglo anterior a través de los escritos del filósofo árabe Averroes. La teología de Aquino ha sido la base de la teología católico-romana hasta el siglo XX.

El sistema tomista (de Aquino) permaneció como la filosofía de cabecera de todo teólogo occidental hasta el siglo XVI. No obstante, esta teología tuvo también sus críticos. Los teólogos ingleses John Duns Scotus y William de Occam cuestionaron la teología tomista por su excesiva orientación filosófica. A pesar de todo esto, la teología de Tomas de Aquino se convirtió en la teología oficial de la Iglesia Católica. Durante el siglo XVI se levantaron criticas mas duras que durante la Edad Media.

Fue el sacerdote agustino Martín Lutero quien lanzo una protesta contra toda la Iglesia Católica de Roma, la cual incluía una critica a su teología. Lutero afirmaba que la Biblia era la autoridad básica de todo creyente, en lugar de la Iglesia y el Papa como lo estipulaba Roma. Asimismo, Lutero rechazo el sistema sacerdotal de la iglesia medieval y enfatizo la doctrina bíblica que afirma el sacerdocio universal del creyente. También insistió que la iglesia de Roma enseñaba un sistema de salvación por obras. En sus comentarios sobre los libros e Romanos y Galatas, Lutero proclamo la salvación solamente por la fe en Jesucristo sin la necesidad de realizar buenas obras.

Pero Lutero no fue el único; le siguieron otros: Zuinglio y Bullinger en Suiza; Melanchton, el cual trabajo con Lutero, en Alemania; y Juan Calvino en Ginebra. Aun cuando Lutero inicio la reforma protestante, fue Calvino quien dio forma al movimiento que esparció la reforma por los demás países de Europa, Gran Bretaña y finalmente Norteamérica. Todos estos reformadores fueron excomulgados por la Iglesia Católica. La época que siguió a la reforma se caracterizo por la polémica, la guerra y la persecución entre protestantes y católicos. Incluso los mismos protestantes pelearon entre ellos.

Alemania y Suiza fueron testigos del origen de otro movimiento reformador; este se llamo la Reforma Radical. Este movimiento estuvo dirigido por Menno Simons y Tomas Muntzer, y tuvo como objetivo el realizar una reforma mas profunda que la realizada por Lutero. El énfasis estuvo en las enseñanzas apocalípticas de la Biblia.

Durante la primera parte del siglo XVII la situación en Europa era caótica debido a las controversias, algunas de ellas muy sangrientas, entre los grupos reformadores y la Iglesia Católica. Los seguidores de Lutero y Calvino buscaban un apoyo teórico para defender sus posturas: Irónicamente lo encontraron en la filosofía de Aristóteles, la misma que Lutero había rechazado en la teología de Santo Tomas. La teología, aun las confesiones del siglo XVII muestran una preocupación por la teología sistematizada en una forma estática que no se encuentra en los escritos de Lutero, Calvino y Zuinglio.

Con la ubicación de Aristóteles en la teología protestante, la fuerza de dicha teología dependía mucho de la recepción del aristotelismo en el mundo occidental. La influencia aristotélica continuó hasta el siglo XVIII. Los católicos y los protestantes debatieron sobre la misma base metodológica; sin embargo, con el surgimiento del método científico y de nuevas escuelas de filosofía, la importancia de Aristóteles comenzó a disminuir. Esta época tuvo como nombre “El Iluminismo” y represento una tendencia más secular en la vida europea. Muchos abandonaron su creencia en los milagros y, en general, en todo lo sobrenatural. Los argumentos de Aristóteles dejaron de convencer. El acontecimiento crucial en este proceso fue la publicación de la Critica de la Razón Pura (1781) por el filosofo alemán Emmanuel Kant. En su obra, Kant lanza una dura crítica no solo a la filosofía aristotélica sino a toda la filosofía de su tiempo. Por medio de un análisis brillante, demostró que todos los argumentos racionales para probar la existencia de Dios no tenían ninguna validez. Según Kant, era imposible saber si Dios existe o no. La teología entró en crisis.

La época moderna presenta dos tendencias básicas en la teología protestante. La primera de ellas fue una reacción a la filosofía de Kant. Algunos teólogos alemanes del siglo XIX aceptaron esta filosofía como el punto de partida para la teología; entre otros podemos mencionar a Friedrich Schleiermarcher, Albert Ritschl y Adolf Harnack. Este fue el origen de la escuela “liberal” que abandono la orientación clásica en pos de una teología más “moderna”. Esta nueva corriente tuvo un impacto grande no solo en Alemania sino también en los demás países de Europa y en los Estados Unidos.

Una característica distintiva de los liberales fue su percepción de la Biblia. La Biblia fue aceptada como cualquier otro libro antiguo y fue analizada de tal manera. Durante el siglo XIX la ciencia tomo nuevos rumbos, especialmente en la biología (el evolucionismo de Charles Darwin); la psicología (el psicoanálisis de Freud); y las ciencias sociales (las obras de Karl Marx, Emile Durkheim y otros). Todo esto constituyo un desafío para la teología e impacto fuertemente la teología liberal.

Por otro lado, no todos los teólogos aceptaron el liberalismo. Algunos teólogos alemanes como Friedrich Tholuck y Martín Kahler; holandeses como Abraham Kuyper y Hermann Bavinck; los británicos como P.T. Forsyth y James Denney y los norteamericanos Charles Hodge y B.B. Warfield lo criticaron fuertemente y defendieron una teología conservadora, semejante a la teología de la Reforma pero con la finalidad del aristotelismo del siglo XVII.

La Iglesia Católica experimento también un movimiento liberal. Algunos de los pensadores más importantes de esta línea fueron Hernann Schell (Alemania); Alfred Loisy (Francia) y George Tyrrell (Inglaterra). Sin embargo, la Iglesia Católica experimento un renacimiento tradicional en el mismo siglo con el Concilio Vaticano II.

A principios del siglo XX hubo muchos debates entre teólogos conservadores y liberales. Después de la Primera Guerra Mundial apareció una “vía media” entre estas dos posturas. Karl Barth, pastor suizo de trasfondo liberal, rechazo el liberalismo después de estudiar profundamente la carta de Pablo a los Romanos. Desde su nueva postura re-estudio la teología de Lutero y Calvino. Barth fue también influido por los escritos de Soren Kierkegard, el filósofo cristiano danés del siglo XIX. En 1919 Barth publico su Comentario sobre la Epístola a los Romanos, el cual tuvo un impacto decisivo. La teología de Barth fue conocida mas tarde como la “Neo-ortodoxia”, pues a pesar de tener como base la teología de la Reforma, también utilizaba la crítica bíblica de la escuela liberal. La influencia de Kierkegard se aprecia más claramente en el énfasis que Barth hace en cuanto a la experiencia viviente de la persona en oposición a las categorías estáticas de Aristóteles o al idealismo de Platón. Hacia el final de su vida, Barth rechazó mucho de la filosofía de Kierkegard.

Los teólogos conservadores criticaban a los neo-ortodoxos por no mantener pura la teología reformada y también por aceptar la teología liberal. A pesar de esto, la teología neo-ortodoxa asesto un golpe mortal al liberalismo, de tal manera que después de la Segunda Guerra Mundial la teología liberal de los primeros años del siglo XX casi desapareció.

Durante los últimos treinta años del siglo XX la teología noratlantica entro en crisis. El teólogo alemán Rudolf Bultmann asumió ola postura liberal y proclamo la necesidad de “desmitologizar” la Escritura. Bultmann sostenía que la Biblia contenía muchos mitos, los cuales debían de ser expurgados de ella con el fin de encontrar el mensaje “real”. Paul Tillich, otro teólogo alemán fallecido en 1965, fue influido profundamente por la filosofía existencialista, la misma que inspiro a Kierkegard. Tanto Bultmann como Tillich se interesaron mas en los existencialistas modernos (Martín Heidegger y Jean Paul Sartre) que en las tendencias del siglo pasado. En los 50’ y 60’ surge la llamada “teología existencial”.

El existencialismo penetro también en la Iglesia Católica, especialmente a través del filosofo francés Gabriel Marcel. El jesuita Pierre Theilhard de Chardin vinculo la teología con algunas preocupaciones científicas. Su obra es muy fecunda en cuanto a la aplicación de la teología a la creación y a la naturaleza.

La teología católica experimento un cambio a partir del Concilio Vaticano II en 1962 convocado por el papa Juan XXIII. El dialogo entre católicos y protestantes es muy intenso desde entonces. La teología católica es muy vigorosa pero no tiene dirección especifica. A pesar de los intentos del papa Juan Pablo II en el área de evangelización, el rumbo católico no es muy definido. Nombres como Hans Kung y Karl Rahner (Alemania), Yves Congar (Francia) y Edward Schillebeeckx (Holanda) no han sido emulados aun.

La teología conservadora ha sido criticada por ser muy estática y por estar comprometida con el status de los países noratlanticos. Entre los teólogos protestantes del noratlantico de mayor influencia en la actualidad se encuentran Jurgen Moltmann y Wolfgart Pannemberg (Alemania); Hendrikus Berkhof y G.C. Berkouwer (Holanda). Entre los teólogos conservadores de habla inglesa cabe destacar a Leon Morris, Bernard Ramm, Gordon Fee y Anthony Thiselton. Pero hasta ahora no ha surgido nadie de la estatura de Barth o de Tillich o de los conservadores Hodge o Warfield. A pesar de tantos años de influencia mundial, la teología occidental sigue esperando a un nuevo Lutero.